En mi primer día investigando la industria de la carne de perro en China, visitamos el mercado mayorista de ganado Guangzhou Jinrong, donde los animales, cuyo destino es acabar como carne en el plato de alguien, eran vendidos al mejor postor.
En este mercado, que era relativamente seguro con guardias y una barrera a la entrada, pude observar partes de perros, cabras, cerdos y burros. Cuando llegué había gente haciendo bajar a unos cerdos de camiones, los mismos camiones que había visto antes en la carretera. Los cerdos eran encerrados sin apenas espacio en celdas con barrotes de metal. Los cerdos del nivel inferior apenas podían estar de pie y sus espaldas rozaban el nivel superior. Algunos tenían que arrodillarse en el duro suelo. Los animales parecían exhaustos y su comportamiento mostraba agotamiento. Tenían sombras oscuras alrededor de los ojos inyectados en sangre. La gente en el mercado llevaba a cabo su trabajo aparentemente ajena al sufrimiento de los animales. Y ajena a las heridas, el miedo y los gritos. Para bajar a los cerdos de los camiones, los trabajadores usaban barras de hierro para golpear a los animales. Vi a muchos animales ser golpeados directamente en, y entre, los ojos. A los trabajadores no parecía importarles, y muchas veces se reían de los gritos y caídas de los animales cuando trataban de alejarse de las barras. Al otro lado del recinto estaba la zona cerrada de los perros. Enfrente de la zona de los perros había montones de jaulas de hierro, al parecer las típicas para transportar a estos animales. No pude tomar fotos de esta área ya que el guarda me paró.
Cuando extendí mis manos hacia los perros, ellos fueron extremadamente curiosos y se estiraron para alcanzarme. Estos animales podrían ser los mejores amigos de los humanos, lo que hace que este comercio sea aún más perturbador. Sin embargo, estos individuos se han convertido en simples víctimas de la industria de la carne.
Conduje alrededor de una hora desde el norte de Guanzhou. El mercado era muy típico, con algunos animales, la mayoría pollos y patos, siendo vendidos abiertamente. Identifiqué el área donde vendían los gatos y los perros y pude filmarlo abiertamente. Tanto los gatos como los perros estaban encerrados en pequeñas jaulas de hierro. Apenas se podían mover y tenían que estar en posiciones incómodas.
A diferencia del mercado mayorista de ganado de Guangzhou Jinrong, todos los animales que vi aquí daban la impresión de una total sumisión. No estaban agresivos, sino muy asustados y cautelosos con la gente que se acercaba a sus jaulas metálicas.
Los gatos se tumbaban unos encima de otros, intentando desesperadamente encontrar algo de consuelo entre sus compañeros.
Realmente tuve la impresión de que estos seres sentían que su vida estaba en gran peligro, y que la única manera de escapar de un destino mortal era suplicar a los humanos un poco de compasión.
Aunque se consume todo el año, en los meses de verano es cuando la gente consume más carne de perro. Pueden comprar carne de perro en pequeños mercados, junto con pollo y cerdo, y también hay restaurantes pequeños y grandes de carne de perro en las calles.
Llegué al mercado de animales casi al mediodía. La mayoría de los animales vendidos allí eran aves (pollos, patos y ocas).
Vi perros encerrados en jaulas de metal. De nuevo, los perros eran extremadamente sumisos y no mostraban signos de agresión cuando la gente se acercaba a las jaulas.
Los gatos también estaban apretujados en jaulas, tumbados unos encima de los otros. Claramente esto no era para mantenerse calientes, porque la temperatura era cercana a los 25ºC, sino para sentirse protegidos. Los animales estaban sucios por sus propios excrementos y los de sus compañeros de celda. Esto significaba que de las jaulas salía un fuerte hedor. Nunca vi a nadie darle agua a los animales mientras estaban allí encerrados durante horas. Le pregunté a un vendedor de gatos por cuánto sería vendida la carne de gato. Me dijo que el precio era 8 yuanes (1 euro) por 500 gramos.
Me di cuenta de que algunos de los perros y los cachorros llevaban collares. Cuando pregunté por qué un perro tipo pastor alemán llevaba collar, el dueño del puesto me dijo que era su perro, a pesar de que estaba enjaulado con los demás perros. Abrió la jaula para enseñarme el perro, que se encogió de miedo. Supongo que me dijo que era su perro para que yo no pensara que era el perro de alguien que había sido secuestrado para ser vendido como carne. Encima de la jaula había un palo que seguramente había sido usado para matar perros delante de sus compañeros de jaula. En el suelo enfrente de la jaula había una mancha de sangre fresca.
Vi que algunos perros corrían libres por los callejones. Otros estaban encadenados. Me dijeron que estos perros no eran para consumo humano y eran “mascotas” de la gente. ¿Pero cuál era la diferencia entre estos individuos y los perros en las jaulas que iban a ser matados pronto? ¿Con qué criterio deciden los humanos quién debe ser enjaulado y en algún momento comido, y quién debe ser perdonado y tenido como mascota?
Al llegar a la granja de perros asentada en el suburbio de Diangbai vi perros enjaulados. Sin embargo, al parecer los animales aquí no eran para ser vendidos por su carne, sino como mascotas.
Había un par de perros más grandes y más pequeños en jaulas minúsculas. Uno de ellos parecía muy mayor. Muchos de los perros eran pastores alemanes.
Los perros estaban ladrando mucho cuando me acerqué a las jaulas.
No pude ver nada que de alguna manera pudiera darles algo de consuelo.
La ciudad de Zhanjiang es famosa por la venta de carne de perro, alrededor de un tercio de los restaurantes la sirven.
Llegué a Zhanjiang cuando ya había oscurecido. Había mucha gente paseando por las calles y comiendo en restaurantes callejeros. Al fondo de una de estas calles, localizamos varios restaurantes que vendían carne de perro.
Enfrente de los restaurantes había puestos con los cadáveres de los perros encima. Las gargantas de los perros estaban llenas de cortes laterales profundos.
Las expresiones faciales de los perros parecían ser asustadas y tristes. Como sus cuerpos habían sido hervidos en agua, su piel había encogido, por lo que se les veía los dientes.
Cuando los clientes que comían carne de perro en los restaurantes me vieron sacando fotos, empezaron a sonreírme y hacer gestos amistosos. Me pidieron que les hiciera fotos comiendo carne de perro y parecían orgullosos de su elección culinaria. Estas personas comiendo carne de perro son iguales a alguien en Europa comiendo un filete. La carne que ingerían desde luego no parecía diferente a la carne de cualquier otro animal, como cerdos o vacas. Se vuelve oscura una vez cocinada, y puedes reconocer de qué está hecha: músculos, tendones, huesos… Es la carne de un ser con capacidad para sentir que quería vivir su vida tranquilo y fue asesinado por la fútil razón de que a alguien le gustaba el sabor de su cuerpo.
Preguntamos en un restaurante de dónde venía la carne de perro y nos dijeron (una camarera) que venía de otra provincia. Dijo que los perros eran de la calle, más que de granjas. Otra camarera nos dijo que los perros venían en concreto de Hunan o Sichuan. Al parecer los perros son matados allí, y su carne fresca es enviada a Zhanjiang.
El precio de venta de la carne de perro está entre 30 ó 40 yuanes (3 ó 4 euros) por 500gr; que es sin duda más cara que la carne de otro tipo de animales a la venta.
Durante mi visita, vi tres trabajadores en las instalaciones.
Había alrededor de 100 perros vivos en las instalaciones, dentro del edificio.
Como el matadero estaba situado dentro de un edificio y bajo tierra, tuvimos que bajar varias escaleras para entrar. El lugar estaba realmente mal iluminado y muy húmedo. Había un serio problema con los desagües y el suelo estaba inundado de agua acumulada y el agua que goteaba de un grifo para lavar la sangre de los perros que habían sido acuchillados.
El lugar estaba sorprendentemente tranquilo, y el único sonido venía de los lamentos y los gemidos de los perros, que eran aprisionados por unas tenazas, arrastrados por el suelo y golpeados hasta la muerte con palos. Algunos eran apaleados hasta que estaban inconscientes, les golpeaban con los palos sobre la zona nasal, muy sensible al dolor. Los trabajadores no mostraban ningún signo de compasión por los animales, a los que trataban con dureza, les daban puñetazos y patadas a lo largo de toda la habitación antes de ser asesinados. Los trabajadores bromeaban, sonreían o se mostraban impasibles mientras descuartizaban perros aún vivos y respirando justo delante de otros perros moribundos entre las montañas de cuerpos en el suelo.
Me di cuenta de que algunos perros trataban de defenderse de los trabajadores pero sus esfuerzos eran siempre en vano. No había escape. Al menos dos de los trabajadores estaban presentes en cada momento; uno cogía a los perros de las jaulas, el otro apaleaba y acuchillaba a los animales.
Cada víctima era primero sujetada por la garganta mediante unas tenazas. Si intentaban resistirse ladrando o mostrando sus dientes, uno de los trabajadores presionaba más las tenazas para apretar más su sujeción sobre el animal. Otro trabajador golpeaba la nariz de los perros con un palo. Este hombre sabía cómo hacerlo, ya que conocía con precisión las partes más sensibles de la anatomía de un perro. Los perros estaban medio conscientes cuando les rajaban la garganta con un largo cuchillo y los tiraban medio metro más allá donde iban a ser hervidos.
Vi perros encogidos del miedo en sus minúsculas jaulas metálicas en el suelo, con una vista completa del área donde otros perros eran sacados de sus jaulas y asesinados. Los perros enjaulados podían también ver los cadáveres de perros muertos en el suelo. Les forzaban a ver morir a sus compañeros mientras a ellos les esperaba el mismo destino.
Durante la visita, alrededor de la mitad de los perros eran golpeados sin llegar a dejarlos inconscientes inmediatamente, y después eran colgados mientras aún se agitaban.
Todavía tengo visiones de estos animales agitándose en agonía mientras eran colgados y acuchillados. Nunca olvidaré el horror en sus ojos. Y yo no podía hacer nada para ayudarles. Todo lo que podía hacer era grabar los hechos para que tanta gente como sea posible sea testigo del destino de estos animales y pueda hablar en contra de su abuso.
Estos individuos eran unos pocos de los cientos de miles de millones de víctimas anuales de la industria de la carne; sin embargo su miedo era abrumador para mí. Estaba claro que no querían más que abandonar ese agujero infernal.
Ellos soportaron lo que toda víctima de la industria de la carne soporta: privación de libertad, degradación, mutilación y finalmente la pérdida de lo más valioso que tienen: su vida.
Localicé un centro de confinamiento de perros donde los perros son encerrados hasta que son vendidos al matadero o a otro comprador.
Observé perros heridos. Tenían heridas abiertas y sangrantes en las piernas, cara y garganta.
Estas heridas eran probablemente resultado de haber sido atrapados en la calle, ser apaleados y tirados a las jaulas, ser mordidos por compañeros de jaula o ser empujados contra los barrotes herrumbrosos durante el transporte.
Todos los perros parecían exhaustos, cansados y derrotados.
Este matadero fue el más grande que visité en China. Había cinco trabajadores en el lugar. Unida al matadero había una casa y también un área para confinar a los perros dividida en dos. Esta área me recordó a una prisión al aire libre. Cada una de las secciones tenía unos 60m².
Me dijeron que no todos los perros que llegan son matados en el mismo día. Pueden ser encerrados en este infierno durante días.
Entre la entrada a la propiedad y el área donde mantenían a los perros, estaba el área donde mataban a palos a los perros, los descuartizaban y los hervían en agua.
Ningún perro fue matado mientras estuve por los alrededores, ya que los trabajadores estaban ocupados preparando y cocinando los cuerpos de los perros muertos en grandes cazuelas. Había un perro corriendo en libertad, que parecía ser la “mascota” de un trabajador.
Me dijeron que todos los perros son perros callejeros, atrapados en diferentes ciudades. Cuando pregunté si a los perros se les daba agua y comida durante ese tiempo, me dijeron que les daban agua de vez en cuando pero no comida.